Por: Juan Pablo Ramírez Salinas.
Ha concluido la Cuaresma, un tiempo de preparación espiritual, de conversión, de penitencia y ayuno. Ahora se acercan las fiestas de Pascua. Así pues, con el Domingo de Ramos se festeja la entrada triunfal de Jesús a la ciudad de Jerusalén, donde se desarrollaran
los hechos culminantes de la vida de Jesús.
En esta celebración debemos tener en cuenta el significado de los ramos y de la peregrinación. Los ramos son un recuerdo de la recepción que los fieles hacen para rememorar la entrada de Jesús a Jerusalén y como señal de triunfo y victoria. Por su parte, la procesión es para acompañar y solidarizarnos con Jesús, y participar del gozo y alegría de la entrada a Jerusalén.
El evangelista San Mateo nos narra lo que fue la entrada triunfal de Jesús en la ciudad de Jerusalén:
“Había muchísima gente; extendían sus mantos en el camino, o bien cortaban ramas de árboles, con las que cubrían el suelo. Y el gentío que iba delante de Jesús, así como los que le seguían, empezaron a gritar: “¡Hosanna al hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en lo más alto de los cielos!”.
Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se alborotó y preguntaban: “¿Quién es éste? Y la muchedumbre respondía: “¡Éste es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea!!” (Mt 21, 8-10).
La entrada de Jesús a la ciudad, hace que todos sean presa de una profunda emoción, que se traduce en alegría, gritos y alabanzas para aquel que viene en el nombre del Señor, pero él sabía que esa misma gente le daría la espalda más tarde.
Todos sabían que Jesús hacía milagros y por tanto, creían que él sería la solución a sus problemas políticos, económicos, sociales y sobre todo que él los liberaría de la opresión Romana. Pero Jesús les daría una libertad mejor, los liberaría del pecado y de las tinieblas. Sin embargo, ellos no entendían.
Como podemos ver, la gente lo recibe como rey, pero Jesús no es un rey que se fije en el poder humano, la fuerza, la avaricia; sino un rey humilde y servicial.
¿Tendrá que ver algo en nuestros días la entrada de Jesús y el comportamiento de los judíos? Claro que tiene mucho que ver, porque también la gente de hoy espera que por arte de magia, sus problemas se resuelvan.
Pero ¿Por qué tenemos muchos problemas? Muy sencillo, porque la raíz de todos los males de los hombres de todos los tiempos ha sido el pecado. Al romper el hombre con Dios rompe consigo mismo quedando errante, provocando un desequilibrio en la gente, trayendo como consecuencia la violencia, secuestros, robos, tráfico de menores, y un sin número de atrocidades en la sociedad y en la persona misma.
Es por eso que, Cristo se sacrifica muriendo en la cruz por nuestros pecados, para destruir de raíz el pecado y restablecer la relación de Padre – hijo (Dios y el hombre). En este sentido, la palabra religión (religar), unir al hombre y a Dios mediante Cristo como puente.
Sin Cristo entre nosotros la sociedad vaga perdida en la muerte, en la destrucción. Así pues, no sólo hagamos de estas celebraciones una fiesta, sino que verdaderamente arraigue en nuestros corazones la persona de Cristo.
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